La evolución del jingle hasta convertirse en contenido de marca

A muchísima gente se la conquista por el estómago, y a mucha otra a través de la oreja. En un sector en el que “la conquista” es fundamental, como es el marketing y la publicidad, esto lo tienen muy en cuenta y de siempre han utilizado todas las herramientas en su haber para conseguir aumentar sus ventas o mejorar su imagen de marca.

Pero hay concretamente un terreno que se cuela en nuestro cerebro casi sin darnos cuenta y que consigue que recordemos eslóganes, conceptos o filosofías de producto que de no ser así nos pasarían desapercibidos: La música.

Sólo hay que revisar la historia para descubrir la importancia que la sonorización ha tenido a lo largo de la creatividad publicitaria creando jingles icónicos. Su fama de efectividad ha sido tal que ha saltado del propio medio para formar parte del imaginario colectivo.  Incluso la película Inside Out (de Pixar) hace referencia al gusano cerebral que suponen las canciones de los anuncios; ¡Tripledental, te hará reír! Como dice la misma película, hay recuerdos que van desapareciendo, pero otros que permanecen imborrables en nuestro cerebro y se repiten en nuestro cerebro una y mil veces.

Carmen Sevilla inspiró el primer contenido musical

En los años 60 y 70 los jingles fueron los grandes protagonistas de los anuncios. El icónico Ponche Caballero, (Las muñecas de) Famosa, (Aquel negrito de) Colacao o BIC (BIC naranja escribe fino, BIC cristal escribe normal) consiguieron encumbrar sus campañas al imaginario popular.

Pero sería Philips el que, ya en 1965 , crearía el primer “contenido de marca basado en la música”. ¿Se podría decir, si nos ponemos tikismikis, que Carmen Sevilla inspiró el primero branded content de la historia?. La campaña “Familia Philips, Familia Feliz” supuso tal éxito que no se dudó en realizarle un videoclip, editar un disco con ella y consiguió comenzar a sonar en radios y fiestas por petición popular.

Canciones míticas VS Canciones Ad Hoc

Con el paso del tiempo la música y la publicidad tradicional afianzaron su relación de amor – odio. Amor porque convertía a los anuncios en iconos. ¿Quién podría olvidarse del famoso “Vuelve, a casa vuelve” del Almendro. Un hito más reciente de este éxito por ejemplo fue la campaña “Con esto no se juega” de IKEA cuyo copy cantado se convirtió en un éxito.

Pero también generaba odio a partes iguales porque a veces la canción era capaz de eclipsar al propio anuncio. Así le ocurió al “Dame más” de Kas, canción que se recuerda como tal, pero sin asociarse a producto que anunciaba. Y ya en el milenio a la campaña de ONCE en la que sacó tres éxitos del verano que fueron tan potentes que trascendieron al producto.

Por supuesto, esto también ocurría con canciones no creadas expresamente para los anuncios, sino que se utilizaban por su refuerzo de concepto. Si te digo ” I just want to make love to you” de Etta James no te sonará de mucho, pero si te cito al chico de Coca Cola Light seguro que sus acordes acuden raudos a tu cabeza. En el caso contrario, una marca que siempre ha sabido sacar partido a las canciones que escogía ha sido El Corte Inglés capaz de poner de moda a grupos desconocidos gracias a su fuerza.

¿Me haces una rebajita? ¡Claro que sí, guapi!

En la actualidad, diversas campañas valoran realizar contenido musical como base de su estrategia de branded content. En casa tenemos el ejemplo de XQExperar de Risi, que mezclando música y ficción televisiva (compuesta por un contenido de ficción, canción original y videoclip) se convirtió en un éxito arrollador.

Existen ejemplos actuales que demuestran que el contenido de marca musical está teniendo un auge cada vez mayor. La campaña de Chicfy con su “chic para tí” supuso tal revolución que incluso llegó a ser una de las canciones más escuchadas de Spotify, ¡y por supuesto en las calles de nuestro país! ¡Claro que si, guapi! Y algunas marcas ya apuestan directamente por la creación musical como base de su campaña, como el caso de “Electric Love”, la canción de Smart para su nueva campaña.